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The Hill: El gobierno de EE.UU debería alentar al sector privado en Cuba derogando el bloqueo

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El presidente cubano Miguel Díaz-Canel anunció recientemente la liberalización de mercado más radical del país en décadas. Las reformas se necesitan con urgencia: la economía cubana, ya estancada, se ha contraído un 11 por ciento durante la pandemia de Covid-19. Los formuladores de políticas estadounidenses deberían alentar una mayor reforma mediante la liberalización de las relaciones comerciales de Estados Unidos con Cuba.

Los sistemas económicos socialistas se definen por la propiedad estatal y el control de las principales industrias, empresas y recursos. El socialismo cubano no es una excepción. Hasta las reformas anunciadas recientemente, la industria privada estaba restringida a solo 127 tipos de negocios.

Las reformas reemplazan esa lista con una lista de 124 actividades prohibidas a la empresa privada. No es de extrañar que las industrias políticamente sensibles como la educación y los medios de comunicación sigan prohibidas, al igual que otros sectores importantes como la atención médica y las profesiones relacionadas con la construcción, incluidas la ingeniería y la arquitectura. Sin embargo, según el gobierno cubano, las reformas permitirán el autoempleo y las empresas privadas en más de 2 mil profesiones.

Cuba ha permitido lentamente más empresas privadas en las industrias relacionadas con el turismo durante años. A los cubanos se les permitió alquilar habitaciones en sus apartamentos a visitantes a partir de 1997. Inicialmente, no se podían alquilar más de dos habitaciones y los empresarios no podían emplear a nadie fuera de su familia en el negocio de alquiler. Estas restricciones fueron eliminadas posteriormente.

Cuando estaba realizando una investigación para el libro “El socialismo apesta: dos economistas beben a su manera en un mundo sin libertad”, del cual soy coautor, dormía y comía en hoteles, residencias y restaurantes cubanos tanto de propiedad estatal como privada. El incentivo creado por las ganancias para mejorar la calidad y el servicio y para invertir en mejoras de capital para el futuro fue evidente en las empresas privadas. Mientras tanto, las empresas estatales, que no dependen de sus clientes para su existencia, estaban deterioradas, tenían un servicio deficiente y servían una comida pésima.

Sin embargo, aunque las ganancias motivaron a los propietarios de restaurantes a servir mejor a sus clientes, los propietarios se vieron limitados por los suministros limitados que podían obtener de la cadena de suministro dominada por el estado. Como resultado, un sándwich cubano, que es delicioso en Miami, no es más que jamón y queso en La Habana.

Las nuevas reformas distan mucho de la plena liberalización que necesita la economía cubana. Por tanto, los cuellos de botella y las ineficiencias limitarán su capacidad para lograr todos los beneficios de la empresa privada, tal como lo experimenté en los restaurantes cubanos. Pero a medida que más sectores se vuelvan privados, con el tiempo, estas ineficiencias disminuirán.

El camino de la reforma de Cuba puede terminar como el camino de la reforma de China, que Deng Xiaoping comenzó en 1978. China permitió gradualmente cantidades crecientes de libre empresa durante más de una década. Primero, se permitieron las empresas de pueblos y aldeas y los agricultores podían vender una parte de sus cultivos en los mercados. Luego, según el libro de Bradley M. Gardner, «La gran migración de China: cómo los pobres construyeron una nación próspera», se permitió el trabajo por cuenta propia y las pequeñas empresas de hasta siete personas en las zonas urbanas.

Gradualmente, estas restricciones se aflojaron y las empresas crecieron. La industria privada china se expandió en torno a un sector estatal ineficiente y finalmente lo superó para producir la mayor parte de la producción de China. En el proceso, el comercio internacional con Estados Unidos y otros países desarrollados creció sustancialmente.

El gobierno de Estados Unidos debería alentar el crecimiento del sector privado en Cuba al derogar su embargo de 60 años y permitir que las empresas estadounidenses comercian con los empresarios cubanos recién liberados. Eso ayudaría a impulsar el crecimiento del sector privado de Cuba y podría conducir a reformas adicionales. Los economistas Peter Leeson y Russell Sobel analizaron más de 100 países entre 1985 y 2000 y encontraron que la libertad económica se extiende desde los países libres a sus socios comerciales menos libres pero geográficamente cercanos.

El embargo de décadas nunca derrocó al régimen de Castro. En cambio, solo le dio al gobierno cubano un chivo expiatorio de los problemas económicos en gran parte locales del país. Es hora de cambiar de rumbo y alentar la libertad económica cubana poniendo fin al embargo y practicando el libre comercio con el pequeño pero creciente sector privado cubano.

Texto traducido del diario The Hill, escrito por Benjamin Powell bajo el título Support Cuba’s emerging market economy by ending the blockade

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